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sábado, 29 de diciembre de 2012
ADORACION DE LOS REYES MAGOS
Jesús nació en Belén, un pueblo de la región de Judea, en el tiempo en que Herodes era rey del país. Llegaron por entonces a Jerusalén unos sabios del Oriente que se dedicaban al estudio de las estrellas, y preguntaron: -¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos salir su estrella y hemos venido a adorarlo. El rey Herodes se inquietó mucho al oir esto, y lo mismo les pasó a todos los habitantes de Jerusalén. Mandó el rey llamar a todos los jefes de los sacerdotes y a los maestros de la ley, y les preguntó dónde había de nacer el Mesías. Ellos le dijeron: -En Belén de Judea; porque así lo escribió el profeta: ‘En cuanto a ti, Belén, de la tierra de Judá, no eres la más pequeña entre las principales ciudades de esa tierra; porque de ti saldrá un gobernante que guiará a mi pueblo Israel.’ Entonces Herodes llamó en secreto a los sabios, y se informó por ellos del tiempo exacto en que había aparecido la estrella. Luego los mandó a Belén, y les dijo: -Vayan allá, y averigüen todo lo que puedan acerca de ese niño; y cuando lo encuentren, avísenme, para que yo también vaya a rendirle homenaje. Con estas indicaciones del rey, los sabios se fueron. Y la estrella que habían visto salir iba delante de ellos, hasta que por fin se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño. Cuando los sabios vieron la estrella, se alegraron mucho.
Luego entraron en la casa, y vieron al niño con María, su Madre; y arrodillándose le rindieron homenaje. Abrieron sus cofres y le ofrecieron oro, incienso y mirra. Después, advertidos en sueños de que no debían volver a donde estaba Herodes, regresaron a su tierra por otro camino. (Mt 2, 1-12)
sábado, 22 de diciembre de 2012
EL ANUNCIO A LOS PASTORES
"Había en la misma región unos pastores acampados al raso, guardando por turnos sus rebaños. Se les presentó el ángel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos se asustaron. El ángel les dijo: «No tengan miedo, pues les anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo. En la ciudad de David les ha nacido un salvador, el mesías, el Señor. Esto les servirá de señal: Encontrarán un niño envuelto en pañales acostado en un pesebre».
Y en seguida se unió al ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios diciendo: «Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a los hombres que él ama»."
Lc 2, 8-14
Y en seguida se unió al ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios diciendo: «Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a los hombres que él ama»."
Lc 2, 8-14
domingo, 16 de diciembre de 2012
EL PESEBRE
Por aquellos días
salió un decreto de César Augusto para que se empadronara todo el mundo. Éste
es el primer censo que se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. Todos iban a
empadronarse, cada uno a su ciudad. También José, por ser descendiente de
David, fue desde la ciudad de Nazaret de Galilea a Judea, a la ciudad de David,
que se llama Belén, para empadronarse con María, su mujer, que estaba encinta.
Mientras estaban allí se cumplió el tiempo del parto, y dio a luz a su hijo
primogénito; lo envolvió en pañales y lo reclinó en un pesebre, porque no
encontraron sitio en la posada.
Lc 2, 1-7
jueves, 6 de diciembre de 2012
NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE
Fiesta: 12 de diciembre
Entre los primeros indígenas mexicanos bautizados por los misioneros franciscanos a principios del siglo XVI se encontraba Juan Diego, un sencillo hombre que iba todos los sábados a aprender la religión de Cristo y a la misa al pueblo de Tlatelolco.
El sábado 9 de diciembre de 1531, cuando Juan Diego pasaba por el cerro del Tepeyac para llegar a Tlatelolco, escuchó el canto de muchos pájaros y una voz que le decía: "Juanito, el más pequeño de mis hijos, ¿a dónde vas?". Al voltear Juan Diego vio una Señora muy hermosa.
La Señora le dijo que ella era la Virgen María y le pidió que le comunicara al obispo que ella quería que se edificara un templo allí.
Juan Diego obedeció, pero el obispo no le creyó. Entonces volvió al cerro del Tepeyac a pedirle a la Virgen que mejor mandara a un hombre más importante porque a él no le creían. Entonces la Virgen le dijo que volviera el domingo a ver al obispo. En ese encuentro el obispo le pidió a Juan Diego un signo de la Virgen.
Juan Diego no pudo ir al día siguiente al Tepeyac, pues su tío Bernardino estaba muy enfermo y fue por un médico. El martes, al pasar por el cerro para ir por un sacerdote que confesara a su tío, se le apareció la Virgen y le dijo: "Juanito, Juan Dieguito; ¿No estoy yo aquí que soy tu madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿Por qué te preocupas?”. Después, le hizo saber que su tío ya estaba curado y le pidió que subiera a la punta del cerro a cortar unas rosas y las guardara en su tilma. Juan Diego se sorprendió de aquella orden, pues era invierno y no era tiempo de rosas. Sin embargo, obedeció y encontró las rosas tal como la Virgen le había dicho. Esas rosas fue lo que llevó como prueba al obispo.
Al soltar su tilma frente al obispo, las rosas cayeron al suelo y apareció dibujada en la tela la preciosa imagen de la Virgen de Guadalupe. Fue entonces cuando el Obispo creyó que la Virgen quería que le construyeran en ese lugar un templo.
La tilma permaneció un tiempo en la capilla del obispo Fray Juan de Zumárraga. El 26 de diciembre de 1531 la trasladaron a una ermita construida al pie del Tepeyac, custodiada por el mismo Juan Diego.
El sábado 9 de diciembre de 1531, cuando Juan Diego pasaba por el cerro del Tepeyac para llegar a Tlatelolco, escuchó el canto de muchos pájaros y una voz que le decía: "Juanito, el más pequeño de mis hijos, ¿a dónde vas?". Al voltear Juan Diego vio una Señora muy hermosa.
La Señora le dijo que ella era la Virgen María y le pidió que le comunicara al obispo que ella quería que se edificara un templo allí.
Juan Diego obedeció, pero el obispo no le creyó. Entonces volvió al cerro del Tepeyac a pedirle a la Virgen que mejor mandara a un hombre más importante porque a él no le creían. Entonces la Virgen le dijo que volviera el domingo a ver al obispo. En ese encuentro el obispo le pidió a Juan Diego un signo de la Virgen.
Juan Diego no pudo ir al día siguiente al Tepeyac, pues su tío Bernardino estaba muy enfermo y fue por un médico. El martes, al pasar por el cerro para ir por un sacerdote que confesara a su tío, se le apareció la Virgen y le dijo: "Juanito, Juan Dieguito; ¿No estoy yo aquí que soy tu madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿Por qué te preocupas?”. Después, le hizo saber que su tío ya estaba curado y le pidió que subiera a la punta del cerro a cortar unas rosas y las guardara en su tilma. Juan Diego se sorprendió de aquella orden, pues era invierno y no era tiempo de rosas. Sin embargo, obedeció y encontró las rosas tal como la Virgen le había dicho. Esas rosas fue lo que llevó como prueba al obispo.
Al soltar su tilma frente al obispo, las rosas cayeron al suelo y apareció dibujada en la tela la preciosa imagen de la Virgen de Guadalupe. Fue entonces cuando el Obispo creyó que la Virgen quería que le construyeran en ese lugar un templo.
La tilma permaneció un tiempo en la capilla del obispo Fray Juan de Zumárraga. El 26 de diciembre de 1531 la trasladaron a una ermita construida al pie del Tepeyac, custodiada por el mismo Juan Diego.