El príncipe Luis nació el 25 de abril de 1214 en el castillo
de Poissy, en Francia. Sus padres fueron el rey Luis VIII de Francia, apodado
el León, y la infanta Blanca de Castilla. La reina Blanca, su madre, se
preocupó intensamente de educarlo en profundos valores cristianos, insistiendo
en la caridad y la pureza como virtudes que deberían de acompañar a un rey en
todo momento.
Su padre murió cuando él tenía 12 años, por eso se convirtió
en rey siendo muy joven. La tutela del reino la tomó su madre, y no es hasta
que Luis tuvo la mayoría de edad, que éste tomó en sus manos los designios del
reino.
Las primeras decisiones del rey Luis IX se enfocaron en
reconciliar al pueblo con la nobleza, atendiendo diariamente las quejas y
peticiones de los pobres y desamparados, recorriendo el país para entender la
realidad con sus propios ojos, y ordenando reformas que asegurasen la
protección de sus vasallos por parte de los señores.
Se casó con Margarita de Provenza y con ella tuvo 11 hijos.
Las guerras en las que participó Luis IX fueron muchas, pero
en ellas siempre se distinguió por perseguir la justicia y la paz, insistiendo
en que ambas virtudes eran necesarias para la existencia de la otra. La
búsqueda incansable de justicia, le ganó entre sus súbditos y los demás reyes
cristianos el mote de “pacificador”, pues a donde iba conseguía la paz a través
de decisiones justas y en beneficio de los demás antes que de él mismo.
Siempre llevó una ferviente vida espiritual, y admiraba las ordenes
religiosas mendicantes, especialmente la franciscana y la dominica. Él mismo se
hizo terciario franciscano.
Falleció a causa de una epidemia, durante una de las
cruzadas, el 25 de agosto de 1270.
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