Las virtudes
humanas son actitudes firmes, disposiciones estables, perfecciones
habituales del entendimiento y de la voluntad que regulan nuestros actos,
ordenan nuestras pasiones y guían nuestra conducta según la razón y la fe.
Proporcionan facilidad, dominio y gozo para llevar una vida moralmente buena.
El hombre virtuoso es el que practica libremente el bien.
Cuatro
virtudes desempeñan un papel fundamental en la persona. Por eso se las llama
“cardinales”; todas las demás virtudes se agrupan en torno a ellas. Estas
cuatro son: la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza.
La
prudencia: es la virtud que dispone la razón práctica a discernir en toda
circunstancia nuestro verdadero bien y a elegir los medios rectos para
realizarlo.
La justicia:
es la virtud moral que consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios
y al prójimo lo que les es debido.
La
fortaleza: es la virtud moral que asegura en las dificultades la firmeza y la
constancia en la búsqueda del bien. Reafirma la resolución de resistir a las
tentaciones y de superar los obstáculos en la vida moral.
La
templanza: es la virtud moral que modera la atracción de los placeres y procura
el equilibrio en el uso de los bienes creados. Asegura el dominio de la
voluntad sobre los instintos y mantiene los deseos en los límites de la
honestidad.
Fuente: Catecismo de la Iglesia
Católica. Números 1804, 1805, 1806, 1807, 1808 y 1809.
muy buena pagina
ResponderEliminarMuchas gracias, qué Dios te bendiga.
ResponderEliminarme encanta esta pagina feliciaciones!!!!
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras que nos alientan a seguir adelante en nuestra misión. Dios te bendiga.
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