Elías fue un profeta del pueblo de Israel cuya historia se
narra en el Antiguo Testamento de la Biblia, en el libro 1 y 2 de los Reyes.
Elías era oriundo de Tishbé, en la región de Galaad y al oriente del río
Jordán.
El ministerio profético de Elías comienza en la época del
reinado de Acab, quien gobernó el Reino de Israel entre 874 a.C. y 853 a.C. El
rey Acab y su mujer cananea Jezabel se habían alejado de Dios, y junto a ellos
todo el pueblo. El profeta Elías aparece para anunciar una gran sequía y
hambruna en la región, enviada por Dios como consecuencia de la iniquidad.
Después de su anuncio, avisado por Dios, Elías se esconde en
un arroyo cercano al Jordán y es alimentado por cuervos. Después, por mandato
de Dios, va a Sarepta, un poblado cercano, a la casa de una viuda, en donde el
profeta multiplica la comida y resucita a su hijo.
Enviado por Dios, Elías desafió en el Monte Carmelo a los
cuatrocientos cincuenta profetas del dios Baal. Ellos debían ofrecer un sacrificio
a Baal y Elías ofrecería un sacrificio a Dios, pero ninguno podía prender
fuego. El dios que enviara fuego al sacrificio sería el dios verdadero. Dios
envió fuego al sacrificio de Elías, y el sacrificio de Baal no tuvo ni una
chispa. Al ver eso toda la gente se inclinó hasta tocar el suelo con la frente,
y dijo “¡El Señor es Dios!”. La gente atrapó a los profetas de Baal y Elías los
degolló en el arroyo Quisón. Eso hizo que terminara la sequía. (La espada de
fuego con la que se representa al profeta Elías hace alusión a este episodio
del fuego enviado por Dios).
Jezabel juró venganza contra Elías, por eso él huyó a
esconderse en el desierto, y en su desesperación se deseaba la muerte. Dios
envió un ángel para que lo reconfortara y le diera de beber y comer. Elías se
escondió en una cueva en el monte Horeb. Allí Dios se le manifestó
presentándose como una voz apacible y suave brisa tras vientos, temblores y un
fuego. Le encomendó nuevas misiones, y le señaló a Eliseo como su profeta
sucesor.
Luego de morir el rey Ocozías (hijo de Acab y Jezabel),
cuando Elías y Eliseo caminaban cerca del río Jordán, apareció un carro de
fuego, con caballos también de fuego, que los separó, y Elías subió al cielo en
un torbellino. Eliseo quedó allí, recogió la capa que se le había caído a Elías,
pero no lo volvió a ver.
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