Fiesta: 1 de abril.
Dos hermanos mártires de la guerra cristera (1926 México),
que se destacaron entre otras cosas, por ser esposos y padres de familia
ejemplares. Originarios de Jalisco, México.
Ezequiel Nació el 07 de enero de 1876. Se dedicó a la
música. Llegaron a ofrecerle trabajo en una compañía de ópera que venía de
Italia, pero él no se interesó, pues siempre decía “mi voz es para Dios en los
coros de las iglesias.” Se unió en matrimonio a los 28 años y formó una familia
cristiana con 10 hijos. En 1923 ingresó a la sociedad de la tercer orden
franciscana seglar.
Salvador nació en 1880. Se dedicó a ser mecánico. Se unió en
matrimonio y formó una familia cristiana de 11 hijos. Era una persona callada y
muy trabajadora. Solía decir: “El trabajo es también un templo donde uno se
puede comunicar con Dios”.
Ezequiel y Salvador tenían dos hermanos sacerdotes. Fue por
eso que cuando estalló la guerra cristera en México y se suprimieron las
celebraciones religiosas, los policías irrumpieron en los hogares de estos dos
hermanos para averiguar sobre los paraderos de sus hermanos sacerdotes.
Secuestraron y llevaron presos a estos dos padres de familia.
Ezequiel y Salvador fueron torturados con los métodos
usuales de aquella policía: los colgaron por los pulgares y los azotaron en la
espalda. Querían sacarles noticias sobre sus dos hermanos sacerdotes y que
apostataran de su fe católica, pero ninguno lo hizo. Devuelta los arrojaron
semimuertos en el calabozo, a pesar de ello se les veía con una entereza que
solo los hombres íntegros pueden soportar y vivir, por supuesto no paraban de
orar.
En la madrugada del domingo de ramos, 3 de abril de 1927,
llevaron a los hermanos al cementerio municipal de Mezquitán. Colocaron a ambos
contra la pared. Primero fusilaron a Ezequiel, quien murió perdonando a sus
verdugos y cantando ¡Viva Cristo Rey! Salvador tomó una vela encendida que
había en el velador del panteón, se rasgó la camisa y se dirigió a los soldados
diciendo: “Les pongo esta vela en mi corazón para que no falléis ante este
corazón que tanto ha amado a Cristo, su Rey, su Dios”. Ahí mismo lo fusilaron.
Los hermanos Ezequiel y Salvador Huerta Gutiérrez fueron beatificados como Mártires de la Fe, por mandato del papa Benedicto XVI, el 20 de noviembre de 2005 en Guadalajara.
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