jueves, 28 de abril de 2016

SAN JOSÉ BENITO COTTOLENGO

Fiesta: 30 de abril



José Benito Cottolengo nació en Bra, un pueblo al norte de Italia, en 1786. Se ordenó Sacerdote y se fue enviado a Turín. Allí los pobres conquistaron su corazón y vendió absolutamente todo lo que tenía para alquilar unas piezas donde alojar y asistir a pobres y enfermos. Así fue como comenzó su gran obra bienhechora, una obra que se basa únicamente en la confianza en la Divina Providencia. Luego se trasladó a Valdocco, y la Pequeña Casa, gracias a la Divina Providencia, se amplió enormemente y tomó forma ese prodigio diario de la ciudad del amor y de la caridad que hoy el mundo conoce y admira con el nombre de Cottolengo. Los pobres, los huérfanos, los desamparados, los abandonados, los enfermos, los que eran rechazados en los demás hospitales, eran recibidos sin discriminación en la “Pequeña Casa de la Divina Providencia”.
Murió el 30 de abril de 1842.


jueves, 21 de abril de 2016

SANTA GIANNA BERETTA MOLLA

Fiesta: 28 de abril



Gianna Beretta nació en Magenta (provincia de Milán) el día 4 de octubre de 1922. Fue médica pediatra, creyente, de mucha fe y mucha actividad pastoral. Como médica se dedicó a los niños, pero también a las madres, a los ancianos y a los pobres. Su trabajo profesional, que consideró como una «misión», no le impidió el dedicarse más y más a la Acción católica, intensificando su apostolado entre las jovencitas.
Se casó con Pietro Molla en 1955 y de ese matrimonio nacieron 3 hijos. Al quedar embarazada del cuarto hijo le diagnostican un tumor maligno en el útero.  El embarazo fue complicado, con una intervención quirúrgica en el medio. Algunos días antes del parto, confiando siempre en la Providencia, Gianna estaba dispuesta a dar su vida para salvar la de la criatura: «Si hay que decidir entre mi vida y la del niño, no duden; elijan -lo exijo- la suya. Sálvenlo».
La mañana del 21 de abril de 1962 dió a luz a su cuarta hija Gianna Emanuela. El día 28 de abril, también por la mañana, entre indecibles dolores murió santamente a los 39 años.
Fue canonizada por el papa Juan Pablo II en el año 2004.

jueves, 14 de abril de 2016

NUESTRA SEÑORA DEL BUEN CONSEJO

Fiesta: 26 de abril



En el siglo IV se construyó una iglesia dedicada a Nuestra Señora del Buen Consejo, en una colina sobre el pueblo de Genazzano, en Italia. 
A través de los siglos, Nuestra Señora del Buen Consejo fue honrada de manera especial en la pequeña iglesia de la colina, la cual se puso a cargo de los frailes de la Orden de San Agustín. Con el tiempo, la iglesia se fue poniendo vieja y nadie la arregló. Hasta que una viuda santa, Petruccia de Geneo, que amaba a la Virgen devotamente, se sintió inspirada a reconstruir la iglesia.
Cuando aún la iglesia no había sido terminada, un 25 de abril, en medio de las fiestas de la Virgen del Buen Consejo, alguien vio una nube encopada flotando bien bajo a través del claro cielo azul. El asombro paralizó el baile y el canto. Toda la atención fue puesta en la nube que bajaba despacio y que finalmente se detuvo en un borde angosto de las paredes sin terminar de la iglesia de Petruccia. La nube se abrió gradualmente, y en su centro apareció una bellísima pintura de Nuestra Señora con el Niño Jesús. Todas las campanas del pueblo comenzaron a sonar sin la ayuda de manos humanas.
Cuando el Santo Padre en Roma escuchó acerca de la pintura y de sus muchos milagros, mandó a dos obispos a examinar y estudiar los acontecimientos extraordinarios. Después de una cuidadosa investigación, el Papa y los comisionados quedaron convencidos de que la pintura era verdaderamente Nuestra Señora del Buen Consejo, que había sido venerada por siglos en el pequeño pueblo de Scutari y que había desaparecido. El espacio vacío con las dimensiones exactas donde había estado la pintura en la iglesia fue evidente para todos. La imagen- del espesor de cáscara de huevo- había sido pintada sobre el yeso de la pared. Ninguna habilidad humana podría haber tomado con éxito la pintura de la pared sin romperla. Ninguna mano humana podría haberla traído a través del mar Adriático y colocarla en el borde angosto de la iglesia sin sujetarla.
Luego de esto la reconstrucción de la iglesia de Petruccia fue completada y se convirtió en una bella basílica. La pintura fue puesta en un relicario maravilloso con un marco de oro adornado con piedras preciosas. Más tarde dos coronas de oro enviadas por el Vaticano fueron colocadas en las cabezas de la Madre y el Niño. La pintura aún está en la iglesia y es venerada por miles de peregrinos año a año.

jueves, 7 de abril de 2016

SANTA KATERI TEKAKWITHA

Fiesta: 17 de abril



Kateri fue una aborigen norteamericana que nació en el año 1656. Hija de una india algonquina (creyente) y de un jefe de los indios mohawk (pagano). Su nombre indígena era Tekakwitha (que en iroqués significa "la que tropieza"), pero al ser bautizada se le puso el nombre de Kateri (en castellano Catalina).
A los 4 años de edad, Kateri perdió a sus padres y a su hermano menor, durante una epidemia de viruela. Tekakwitha sobrevivió, pero quedó con cicatrices en el rostro y problemas de visión.
Gracias a los jesuitas misioneros, Kateri a los 20 años fue bautizada. Pero entre su gente tuvo que sufrir por su fe grandes abusos y rechazo. La persecución fue tal que huyó de su pueblo, y se fue a un pueblo cristiano cerca de Montreal. Allí se consagró a Dios, tomando el voto de castidad para dedicarse completamente al Señor.
Se caracterizó por su piedad, su incansable vida penitente en favor de su pueblo aborigen y por su amor a la Eucaristía. El 17 de abril de 1680, Kateri murió a la edad de 24 años, a causa de una enfermedad, en Caughnawaga, cerca de Montreal, Quebec. Sus últimas palabras se dice que fueron: ¡Jesús, te amo! Los testigos informaron que a los pocos minutos de su muerte, las marcas de viruela le desaparecieron por completo y su rostro resplandecía con encanto radiante.
Después de su muerte, Kateri empezó a ser muy venerada, especialmente en Canadá. Conocida popularmente como "El lirio de los mohawks".
El 21 de octubre de 2012 fue proclamada santa por el papa Benedicto XVI en la Basílica de San Pedro.