miércoles, 22 de diciembre de 2021

SANTA ISABEL DE NUEVA YORK

Fiesta: 4 enero.





Santa Isabel Ana Bayley Seton (Elizabeth Ann Bayley Seton) nació el 28 de agosto de 1774 en Nueva York. Es la primera santa nacida en los Estados Unidos, país donde fundó la primera escuela católica y la primera congregación estadounidense de religiosas bajo el nombre de Hermanas de la Caridad de San José.

A los 20 años, Isabel conoció a William Magee Seton, un reconocido hombre de negocios con el que se casó y con quien tuvo cinco hijos.

El 27 de diciembre de 1803, su esposo falleció debido a una tuberculosis, por esa razón ella estuvo un tiempo viviendo con una familia italiana, allí conoció la religión católica. Se unió a la Iglesia y comenzó a vivir de manera comprometida, especialmente ayudando a los que más sufren.

En 1809, fundó en Baltimore, el Instituto de Hermanas de la Caridad de San José, la primera congregación religiosa femenina fundada en Norteamérica. Después de su muerte, las Hermanas se unieron a la Compañía de las Hijas de la Caridad de París, tal como había sido su deseo inicial. Isabel también fundó la primera escuela parroquial católica en Estados Unidos.

Falleció en Maryland el 4 de enero de 1821.



miércoles, 15 de diciembre de 2021

SAN GREGORIO NACIANCENO (o de Nacianzo)

Fiesta: 2 de enero.





San Gregorio de Nacianzo vivió en el siglo IV.

Fue íntimo amigo de san Basilio Magno, y se los celebra a ambos juntos el mismo día.

Gregorio nació en el 330, en lo que hoy es Turquía. Fue un hombre de estudio y poeta, orador y filósofo, que por su eximia doctrina y elocuencia mereció el apelativo de “teólogo”.

Es famoso su apasionado discurso de despedida, cuando tuvo que abandonar Constantinopla, de la que era obispo desde el año 381, a causa de los diversos bandos que dividían a su Iglesia.

En sus Poemas morales decía: “Todo es inestable, para que amemos las cosas estables”. Se retiró a Nacianzo, donde murió el año 389 o 390, diez años después que su amigo Basilio.

jueves, 9 de diciembre de 2021

SANTA MARIA MARGARITA DE YOUVILLE

Fiesta: 23 diciembre.





María Margarita, viuda de Youville, es la primera santa canadiense. Nació el 15 de octubre de 1701 en Varennes (Quebec).

A los siete años quedó huérfana de padre y su familia atravesó un período de gran pobreza. En Montreal conoció a François d´Youville, con quien contrajo matrimonio en el año 1722 y con quien tuvo seis hijos, de los cuales sólo dos sobrevivieron.

Cuando su marido se enfermó de improviso, ella lo cuidó con gran ternura hasta que murió en el año 1730, dejándola encinta con el sexto hijo, que no sobrevivió. Fue entonces cuando comprendió mejor el amor solícito de Dios hacia todos los hombres.

Con gran confianza en la providencia de Dios Padre, emprendió muchas obras para responder a las necesidades de los demás. Siguió la educación de sus dos hijos, que se hicieron sacerdotes en 1737. Luego, con tres amigas, se consagró a Dios el 31 de diciembre de ese año, para servirlo en la persona de los más necesitados. Sin pretenderlo, Margarita se convirtió en la fundadora del instituto conocido más tarde con el nombre de Religiosas de la Caridad de Montreal, “Religiosas grises”.

Falleció el 23 de diciembre de 1771. San Juan XXIII la proclamó beata el 3 de mayo de 1959. San Juan Pablo II la canonizó el 9 de diciembre de 1990.



miércoles, 1 de diciembre de 2021

SANTA EULALIA DE MÉRIDA

Fiesta: 10 de diciembre.





Eulalia nació en el seno de una familia patricia hacia los primeros meses del año 292 en España. Época de persecución a los cristianos.

Un antiguo escrito describe de Eulalia su eximia santidad, su amor a la castidad, su desprecio de la vida matrimonial, su despego a los juegos pueriles y su ansia de dar la vida por Cristo. Por último, afirma que sus progenitores la llevaron a una villa rural para preservarla de la persecución. Eulalia salió de noche, se presentó ante los funcionarios públicos y entabló un diálogo, donde ella termina rechazando a los falsos dioses. En el foro, Eulalia sufrió dos tormentos —los garfios y la hoguera—, como pena capital.

Se dice que, al morir, una impetuosa paloma, más blanca que la nieve abandonó la boca de la mártir y subió hacia los astros. Era el espíritu de Eulalia, puro, ligero y tenue.