miércoles, 20 de marzo de 2019

PROFETA ELÍAS





Elías fue un profeta del pueblo de Israel cuya historia se narra en el Antiguo Testamento de la Biblia, en el libro 1 y 2 de los Reyes. Elías era oriundo de Tishbé, en la región de Galaad y al oriente del río Jordán.
El ministerio profético de Elías comienza en la época del reinado de Acab, quien gobernó el Reino de Israel entre 874 a.C. y 853 a.C. El rey Acab y su mujer cananea Jezabel se habían alejado de Dios, y junto a ellos todo el pueblo. El profeta Elías aparece para anunciar una gran sequía y hambruna en la región, enviada por Dios como consecuencia de la iniquidad.
Después de su anuncio, avisado por Dios, Elías se esconde en un arroyo cercano al Jordán y es alimentado por cuervos. Después, por mandato de Dios, va a Sarepta, un poblado cercano, a la casa de una viuda, en donde el profeta multiplica la comida y resucita a su hijo.
Enviado por Dios, Elías desafió en el Monte Carmelo a los cuatrocientos cincuenta profetas del dios Baal. Ellos debían ofrecer un sacrificio a Baal y Elías ofrecería un sacrificio a Dios, pero ninguno podía prender fuego. El dios que enviara fuego al sacrificio sería el dios verdadero. Dios envió fuego al sacrificio de Elías, y el sacrificio de Baal no tuvo ni una chispa. Al ver eso toda la gente se inclinó hasta tocar el suelo con la frente, y dijo “¡El Señor es Dios!”. La gente atrapó a los profetas de Baal y Elías los degolló en el arroyo Quisón. Eso hizo que terminara la sequía. (La espada de fuego con la que se representa al profeta Elías hace alusión a este episodio del fuego enviado por Dios).
Jezabel juró venganza contra Elías, por eso él huyó a esconderse en el desierto, y en su desesperación se deseaba la muerte. Dios envió un ángel para que lo reconfortara y le diera de beber y comer. Elías se escondió en una cueva en el monte Horeb. Allí Dios se le manifestó presentándose como una voz apacible y suave brisa tras vientos, temblores y un fuego. Le encomendó nuevas misiones, y le señaló a Eliseo como su profeta sucesor.
Luego de morir el rey Ocozías (hijo de Acab y Jezabel), cuando Elías y Eliseo caminaban cerca del río Jordán, apareció un carro de fuego, con caballos también de fuego, que los separó, y Elías subió al cielo en un torbellino. Eliseo quedó allí, recogió la capa que se le había caído a Elías, pero no lo volvió a ver.

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