jueves, 1 de julio de 2021

CARLOS MANUEL RODRÍGUEZ

Fiesta: 13 de julio (en Puerto Rico se lo celebra el 4 de mayo).





El beato Carlos Manuel Rodríguez, “Charlie”, como le decían todos, nació en Caguas, Puerto Rico, el 22 de noviembre de 1918. Su familia era de fe muy profunda. Bajo la tutela de las Hermanas de Notre Dame y de los Padres Redentoristas, desarrolla su primera educación formal, humanística y religiosa. Su primera comunión marcó en él un amor para siempre; se hizo monaguillo y posiblemente sintió allí el llamado inicial a una vida de entrega total a Cristo. Como monaguillo, empieza a degustar las riquezas de la fe a través de la sagrada liturgia de la Iglesia.

Mientras cursaba la escuela de nivel superior, comenzó con los primeros síntomas de una enfermedad que sugería un trastorno gastrointestinal: colitis ulcerosa. Esta enfermedad habría de causarle muchísimos inconvenientes por el resto de su vida, y se iría agravando paulatinamente.

Carlos Manuel trabajó como oficinista y empleaba casi todo su modesto salario en promover el conocimiento y el amor a Cristo, especialmente a través de la Sagrada Liturgia.

Organizó en Caguas un “Círculo de Liturgia” junto al P. McWilliams y luego, en 1948, fundó junto al P. McGlone el coro parroquial Te Deum Laudamus. En el Centro Universitario Católico, organizó otro Círculo de Liturgia (más tarde llamado Círculo de Cultura Cristiana). Organizó grupos de discusión en varios pueblos y participó en la Cofradía de la Doctrina Cristiana. Otras organizaciones católicas en las cuales participó fueron la Sociedad del Santo Nombre y los Caballeros de Colón. Impartió catequesis a jóvenes de escuela superior. Fue terciario benedictino.

Acercarse a Carlos Manuel era como allegarse a una luz que va iluminando cada vez más la perspectiva y el sentido de la vida a medida que se le conocía mejor. La alegría cierta de la Pascua traslucía siempre en su mirada y en su sonrisa y una notable fortaleza espiritual trascendía su frágil figura. La firme convicción de su fe vencía su natural timidez y hablaba con la seguridad de Pedro en Pentecostés.

Sus fuerzas físicas decaían, pero jamás su espíritu se doblegó. Finalmente, se le diagnosticó un cáncer terminal del recto. Su paso a la vida eterna fue el 13 de julio de 1963. Tenía 44 años.

El 29 de abril de 2001, el Papa Juan Pablo II lo beatificó.



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