Zatti nació en Boretto (Reggio Emilia, Italia), el 12 de Octubre de 1880. Junto a toda su familia emigró a la Argentina, en busca de mejores horizontes y se estableció en Bahía Blanca.Deseando ser sacerdote, fue aspirante salesiano en Bernal (Buenos Aires), pero al contraer la enfermedad – entonces incurable – de la tuberculosis, fue derivado hacia Viedma (Río Negro). Allí pidió a la Virgen la curación prometiéndole que, si se curaba, dedicaría su vida al cuidado de los enfermos. Recuperada su salud, se hizo coadjutor salesiano, es decir, Hermano Laico Consagrado y, fiel a la promesa, permaneció más de cuarenta años en Viedma en el Hospital San José, como responsable y administrador. Estudió y la Secretaría de Salud Pública de la Nación le extendió la matrícula profesional de Enfermero Nº 07253 y la Universidad de la Plata le otorgó el título de Idóneo en Farmacia. El hospital fue su permanente domicilio. Allí practicó las virtudes cristianas, sobre todo, una confianza ilimitada en la divina Providencia y un inmenso amor a Dios y al prójimo más humilde y necesitado.
En el año 1913, se colocó la piedra fundamental para la construcción de un nuevo y verdadero hospital. Entre tanto, Artémides había aprendido a multiplicarse por cuatro, es decir, atendía todo tipo de actividades, no sólo las de enfermería, sino también las de limpieza, las de la cocina o las de administración. Su servicio no se limitaba al hospital sino que se extendía a toda la ciudad, y hasta a las dos localidades situadas en las orillas del río Negro: Viedma y Patagones. En caso de necesidad se movía a cualquier hora del día y de la noche, sin preocuparse del tiempo, llegando a los tugurios de la periferia y haciéndolo todo gratuitamente. Su fama de enfermero santo se propagó por todo el Sur y de toda la Patagonia le llegaban enfermos. Siempre en bicicleta, religioso responsable y jovial, todos los días, de día y de noche, recorría las calles para asistir a los enfermos más pobres en sus casas.
A los setenta años enfermó de cáncer de páncreas, y el 15 de marzo de 1951 falleció.
En el año 2002 Juan Pablo II lo proclamó beato.
En el año 1913, se colocó la piedra fundamental para la construcción de un nuevo y verdadero hospital. Entre tanto, Artémides había aprendido a multiplicarse por cuatro, es decir, atendía todo tipo de actividades, no sólo las de enfermería, sino también las de limpieza, las de la cocina o las de administración. Su servicio no se limitaba al hospital sino que se extendía a toda la ciudad, y hasta a las dos localidades situadas en las orillas del río Negro: Viedma y Patagones. En caso de necesidad se movía a cualquier hora del día y de la noche, sin preocuparse del tiempo, llegando a los tugurios de la periferia y haciéndolo todo gratuitamente. Su fama de enfermero santo se propagó por todo el Sur y de toda la Patagonia le llegaban enfermos. Siempre en bicicleta, religioso responsable y jovial, todos los días, de día y de noche, recorría las calles para asistir a los enfermos más pobres en sus casas.
A los setenta años enfermó de cáncer de páncreas, y el 15 de marzo de 1951 falleció.
En el año 2002 Juan Pablo II lo proclamó beato.
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