Marta era la hermana de María y de Lázaro, todos amigos de Jesús, y vivía con ellos en Betania, pequeña población distante unos cuatro kilómetros de Jerusalén, en las cercanías del Monte de los Olivos. Jesús Nuestro Señor vivía en Galilea pero cuando visitaba Jerusalén acostumbraba hospedarse en la casa de estos tres discípulos en Betania. Marta se esforzó en servirle lo mejor que pudo y, más tarde, con sus oraciones impetró la resurrección de su hermano. San Juan nos dice que "Jesús amaba a Marta y a su hermana María y Lázaro" (Jn 11, 5).
Lucas 10, 38-40 narra el episodio en que Jesús se hospeda en casa de Marta, María y Lázaro, donde María es elogiada por el Señor por su actitud de escucha, mientras que a Marta se le hace ver que se preocupa demasiado por el servicio.
San Juan en el capítulo 11, al narrar la resurrección de Lázaro, nos muestra la firme fe de Marta en el poder de Jesús como Salvador.
La leyenda de la Provenza cuenta que Marta fue con su hermana a Francia y evangelizó Tarascón, donde según cuenta la leyenda, santa Marta derrotó a un dragón que amenazaba a la ciudad. Ahí se dice que se encontraron, en 1187, sus reliquias, que todavía se veneran en su santuario.