Fiesta: 4 enero.
Nació en Foligno, Italia, en 1249, de una familia muy acomodada y se apega a las riquezas no solo de niña sino también ya como mujer casada y con varios hijos. En 1285 pierde a su madre, a su marido y a sus hijos. Busca entonces a Dios, pero al principio sin apartarse del todo del pecado, por eso comienza una lucha interior. Se fue a vivir cerca de Asís para seguir las huellas de san Francisco. Allí fue sucedió su gran conversión después de escuchar la prédica de un religioso franciscano.
Luego llevó una vida de piedad y tuvo muchas visiones místicas las cuales ella confesó que no se pueden explicar adecuadamente con nuestros conceptos humanos.
Comprendió que el amor de Cristo crucificado se perpetúa en la Santa Misa. Era pues devotísima a la Eucaristía y de la Cruz. Tuvo muchas visiones en el momento de la consagración, o durante la adoración de la sagrada Hostia.
Murió en las últimas horas del 4 de enero de 1309, rodeada de sus hijos espirituales, que eran personas que la seguían. Su cuerpo fue sepultado en la iglesia del convento franciscano de Foligno y pronto desde allí se manifestaron muchos milagros. El papa Clemente XI aprobó el culto el 30 de abril de 1707.