Cuando ella tenía 30 años, el guerrero Atila se acercaba con 100,000 guerreros para sitiar París y destruirla. La gente quería salir huyendo pero Genoveva los convenció de que en vez de eso, lo que debían hacer era ir al templo a rezar. Costó que se convencieran pero al final lo hicieron. Así milagrosamente la ciudad se salvó de ser atacada, pues el feroz Atila cuando ya venía llegando a París, cambió imprevistamente de rumbo y se dirigió hacia Orleans, pero por el camino le salieron al encuentro los ejércitos cristianos y lo derrotaron en la terrible batalla de los Campos Cataláunicos. Esto le dio a Genoveva una gran popularidad.
En otra oportunidad, llegó a París una espantosa escasez y carestía y la gente se moría de hambre. Genoveva en vez de quejarse reunió un buen grupo de hombres y se fue río arriba buscando víveres. Volvió con las barcas llenas de comestibles y así salvó una vez más la ciudad.
Cuando Genoveva murió, muy anciana, el 3 de enero del año 502, ya la ciudad de París la consideraba su patrona, y todavía hoy, ella es la Patrona de París. Los datos acerca de esta santa los conocemos porque los escribió Gregorio de Tours, unos veinte años después de haber muerto ella.