Fiesta: 7 de octubre.
En el año 1592, durante los primeros tiempos de la
colonización de América, en una oportunidad, después de un fuerte temblor, los
habitantes del “Callao” (Perú) vieron acercarse a la costa del océano Pacífico,
meciéndose en las olas, dos arcones. Éstos tenían dos rótulos grabados que
decían: “Una Señora del Rosario para el Convento de Predicadores de la Ciudad
de Córdoba, Provincia de Tucumán, remitido por Fray Francisco Victoria O. P.,
Obispo de Córdoba del Tucumán”. “Un Señor Crucificado para la Iglesia Matriz de
la Ciudad de Salta, Provincia de Tucumán, remitido por Fray Francisco Victoria
O.P., Obispo de Córdoba del Tucumán”. Los arcones contenían dos hermosas
imágenes, una de Cristo crucificado y la otra de la Santísima Virgen María del
Rosario (fuerte devoción difundida por la Orden Dominica).
No cabía duda, que, como consecuencia de un naufragio, tan
común de aquella época, de modo portentoso se habían salvado esos dos
venerables y santos símbolos de la piedad cristiana.
Desde Perú, en continua marcha triunfal llegaron las
imágenes a la ciudad de Salta (Argentina) donde, como era lógico, fueron
recibidas con ardoroso entusiasmo. Desde Salta donde quedó el Santo Cristo,
continuó la devota comitiva portando a la Santísima Virgen destinada para
Córdoba (Argentina).
Córdoba, famosa por su piedad y por su ciencia, recibió el
divino presente, con pompa extraordinaria y desde entonces la Virgen del
Rosario del Milagro ha sido el foco central de su devoción. La ciudad le dedicó
un altar y un magnífico Santuario, que muy pronto se hizo célebre por los
innumerables prodigios dispensados en él por la Santísima Virgen, en favor de
aquellos que imploraron e imploran su celeste protección. Es un hecho
históricamente comprobado que, en tiempo de calamidades públicas, sequías,
epidemias y otros flagelos, el pueblo de Córdoba ha acudido con fe a invocar el
auxilio de “La Negrita” (como cariñosamente se la llama), la Santísima Virgen
del Milagro y que nunca ha visto fallidas sus esperanzas.
La imagen de talla de Nuestra Señora del Rosario que allí se venera, conocida también como la Virgen del Milagro, es réplica de la que se halla en el Santuario de Atocha (España), y mide algo más de un metro y medio de altura.