Fiesta: 13 de enero.
San Hilario nació a principios de siglo IV en Poitiers,
Francia, en el seno del paganismo. Sin embargo, su afán por buscar la verdad,
lo llevó a estudiar las diferentes corrientes filosóficas de la época, hasta
que la búsqueda de la respuesta sobre el fin del hombre le llevó a la lectura
de la Biblia, en donde finalmente encontró lo que buscaba; entonces se
convirtió al cristianismo.
Cuando se convirtió era un noble terrateniente, estaba
casado y tenía una hija, pero poco después del bautismo, el pueblo lo aclamó
como obispo de su ciudad natal.
Debido a que vivió en la época en que la Iglesia tenía como
adversario al “arrianismo”, para combatirle se convirtió en un gran teólogo,
escritor y orador.
Hilario fue desterrado a Frigia por el emperador Constancio,
que se había alineado con las decisiones del sínodo arriano de Béziers del año
356.
El contacto con el Oriente fue providencial para el obispo
de Poitiers. Durante los cinco años de permanencia en Frigia aprendió el griego
y descubrió a Orígenes, como también la gran producción teológica de los Padres
orientales, obteniendo una documentación importantísima para el libro que le
mereció el título de doctor de la Iglesia: De Trinitate, cuyo título original
es De Fide adversus Arrianos. En efecto, era el tratado más importante y
profundo que había aparecido hasta entonces sobre el dogma principal de la fe
cristiana. A pesar de estar desterrado, no permaneció inactivo. Con el opúsculo
Contra Maxertiam atacó violentamente al mismo Constancio, acusándole de cesaropapismo
y de inmiscuirse en las disputas teológicas y asuntos internos de la disciplina
eclesiástica. De regreso a Poitiers, el valiente obispo continuó su obra
pastoral, ayudado eficazmente por el joven Martín, el futuro santo obispo de
Tours.
Al fin murió en su tierra natal, en Poitiers alrededor del
año 367.