Fiesta: 8 de septiembre.
Nuestra Señora de Aranzazu o Arántzazu es la advocación de la Santísima Virgen María en una talla en piedra encontrada en España.
El origen de la advocación y la devoción se liga a la mariología española del siglo XIII, reinado de Enrique IV, en el país vasco en Guipúzcua. Un pastor, llamado Rodrigo, escuchó el sonido de un cencerro, y al buscar de dónde venía el sonido, encontró sobre un árbol de espino una imagen de la Virgen María con el niño Jesús en los brazos.
Sin dar crédito a lo que veía y sin poder contener su entusiasmo, Rodrigo exclamó ante la imagen que tenía frente a sus ojos: “¡Arantza Zu!, ¡Arantza Zu!”, expresión que en lengua vasca significa: “Tú entre los espinos!”.
Mirando la imagen le pide a la Virgen María la unión del pueblo, mucha lluvia y que ese lugar sea de oración. Luego se dirige con entusiasmo al pueblo y comunica que en la cima de las montañas estaba la Virgen María, pidiéndoles a todos que le rezaran, así lo hizo el pueblo, que se dirigió allí en peregrinación, con esto se dio el milagro de la unión entre hermanos y la lluvia que tanto anhelaban.
A escasos diez kilómetros de la Villa de Oñate, España, en medio de una sucesión de montañas rocosas y al borde de profundas cimas, se yergue el santuario de nuestra Señora de Arántzazu.
La imagen de Nuestra Señora de Arántzazu es sumamente diminuta, pues sólo mide 36 centímetros de largo. Otro detalle digno de mención es la materia de que está hecha, ya que la Virgen de Aránzazu es de piedra, cuando todas las otras tallas de alguna antigüedad en la región son de madera. Complemento esencial de la imagen de la Virgen de Aránzazu es la campana, a manera de grande cencerro, con que la halló el pastor. Ambas piezas, la imagen y la campana, se han conservado hasta el presente.