Cirilo fue obispo de Jerusalén en el año 350. Le tocó vivir en la época de las grandes herejías que contradecían a la Iglesia, especialmente la de los arrianos.
Este santo estaba unido a la doctrina ortodoxa de Nicea, por ello se destacó como gran teólogo, pastor, predicador y autor de grandes obras que exponían claramente la doctrina cristiana.
Fue varias veces desterrado, bajo los emperadores Constancio y Valente, y en el primer concilio ecuménico de Constantinopla, en el que participó, fue reconocida la legitimidad de su episcopado.
Son famosos los escritos de las 24 catequesis de san Cirilo sobre los sacramentos, la doctrina y la iniciación cristiana, por los cuales fue nombrado Doctor de la Iglesia.
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