miércoles, 11 de noviembre de 2020

LA VIRGEN MARÍA Y CATALINA LABOURÉ

Primera Aparición de la Santísima Virgen María a santa Catalina Labouré

París, Francia. 18 julio 1830.

 



 

Catalina Labouré era una joven novicia en la congregación de las Hijas de la Caridad. Una noche, mientras dormía oyó que por tres veces la llamaban por su nombre. Se despertó y vio entonces un niño vestido de blanco, que parecía tener como cuatro o cinco años, y el cual le dijo: “Levántate pronto y ven a la capilla; la Santísima Virgen te espera”.

Ya en la capilla Catalina oyó como un rumor, como el roce de un traje de seda, que partía del lado de la tribuna, junto al cuadro de San José. Vio que una señora de extremada belleza, atravesaba majestuosamente el presbiterio, y “fue a sentarse en un sillón sobre las gradas del altar mayor, al lado del evangelio”.

Entonces, mirando a la Virgen, Catalina se puso a su lado, se arrodilló en el presbiterio, con las manos apoyadas en las rodillas de la Santísima Virgen. “Allí pasé los momentos más dulces de mi vida; me sería imposible decir lo que sentí”, describió santa Catalina.

Allí estuvieron conversando, la Virgen le dio algunos consejos para su particular provecho espiritual, y también le habló sobre una misión que le iba a encomendar (la de la Medalla Milagrosa anunciada en la aparición del 27 de noviembre de 1930).

Al terminar, la Virgen María desapareció.

 

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