Fiesta: 30 de julio.
María Vicenta Chávez Orozco nació el 6 de febrero de 1867 en
Cotija (Michoacán, México).
El 20 de febrero de 1892 Vicenta tuvo que ingresar en el
hospital a causa de una pleuresía, y allí recibió la inspiración de consagrar
su vida a Dios en la persona de los pobres y enfermos. El 10 de julio del mismo
año, recuperada su salud, regresó al hospital de la Santísima Trinidad para
servir definitivamente a los enfermos y a los pobres, demostrando una
extraordinaria caridad para con ellos.
El 12 de mayo de 1905 fundó la congregación de Siervas de
los Pobres, nombre que posteriormente cambió por el de Siervas de la Santísima
Trinidad y de los Pobres. Profesó canónicamente el 3 de diciembre de 1911,
donde agregó a su nombre “de santa Dorotea” y fue elegida superiora general de
la congregación el 8 de septiembre de 1913, cargo que ejerció durante treinta
años, siendo el alma y guía de su instituto. Por su indiscutible autoridad
moral y su auténtica caridad fue un verdadero modelo de superiora y supo guiar
a sus hijas a poner su vida en manos del Señor.
Sufrió mucho durante las dos persecuciones religiosas que se
desencadenaron en México: en 1914 las tropas revolucionarias de Carranza
ocuparon Guadalajara y se instalaron en la catedral, capturando a religiosos y
sacerdotes; y en 1926 el hospital de San Vicente de Zapotlán fue transformado
en cuartel general militar. Las religiosas siguieron atendiendo con dedicación
a los heridos, sin amedrentarse ante el peligro. En cierta ocasión, en que las
religiosas de su comunidad tuvieron que refugiarse en casas de personas amigas,
que las protegían, la madre Vicenta se quedó sola con una postulante asistiendo
a los heridos, soportando ultrajes y amenazas de muerte. El comandante, que
llegó al puesto más tarde, reprendió a los soldados su indigna conducta, y
exaltó implícitamente la grandeza de la intrépida religiosa.
A los 75 años comenzó a padecer de la vista, con intensos
dolores. El 29 de julio de 1949 su salud empeoró, ese mismo día la madre
Vicenta entregó su alma a Dios en el hospital de la Santísima Trinidad de
Guadalajara (Jalisco, México).
El proceso de
beatificación se inició por el Papa Pablo VI el 13 de abril de 1978. El papa
san Juan Pablo II la beatificó el 9 de noviembre de 1997 en la Plaza de San
Pedro de Roma.
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