Nació en
Tréveris hacia el año 340 de una familia romana. Por aclamación del pueblo fue
elegido a la sede episcopal de Milán, el 7 de diciembre del 374.
En su sede
se dedicó al estudio profundo de la Biblia, y fue un verdadero padre espiritual
de los jovencitos emperadores Graciano y Valentiniano II y del temible Teodosio
I, a quien no dudó en reprochar duramente, exigiéndole una penitencia pública
como expiación por haber hecho asesinar al pueblo de Tesalónica para acabar con
una revuelta.
Por medio
de Ambrosio la Iglesia de Roma trató sin nada de servilismos con el poder
político.
La
actividad cotidiana de Ambrosio estaba dedicada a la dirección de su propia
comunidad, y cumplía sus compromisos pastorales predicando a su pueblo más de
una homilía semanal. San Agustín, quien fue un asiduo oyente de los sermones de
san Ambrosio, nos cuenta en sus Confesiones que el prestigio de la elocuencia
del obispo de Milán era muy grande y muy eficaz.
Son famosos
sus escritos con comentarios exegéticos.
Murió en
Milán el 4 de abril del 397.
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