Fiesta: El domingo siguiente a la fiesta de Todos los Santos.
La imagen es una pintura gótica, del s. XV, con el Niño
Jesús en un lado y una azucena en la otra mano. A los pies, los dos personajes
dominicos arrodillados. Esta es la historia: En el año 1384, año en que la
epidemia de peste se llevó a muchos mallorquines, un niño de cinco años, Jaime
Capdebou, llegaba de Alcudia para ingresar como novicio en el convento de la
orden de Santo Domingo, que los frailes tomistas habían levantado en el reino
de Mallorca.
El niño, una vez dentro del convento, le tomo mucho cariño a
una imagen de la Virgen con el Niño Jesús en brazos, que los frailes tenían en
la capilla. Jaime cada vez que podía, se arrodillaba frente a la imagen, con la
curiosidad de si el Niño Jesús en algún momento se movería para comer, beber o
cualquier otra cosa. Pensaba que su madre, la Virgen, no quería alimentarlo o
no tenía con que hacerlo.
Un día, cansado de esperar, le dijo a la Virgen:
-¿Quieres que le traiga algo de comida a tu hijo?
Por supuesto no tuvo respuesta, el novicio guardo un poco de
comida y salió corriendo. Extendió la comida delante del niño y le dijo que
bajara a comer. Insistió varias veces y por fin el Niño bajo a comer. Desde
aquel día, dejó de comer para llevarle su comida al Niño Jesús.
Se hicieron amigos y un día después de la comida. Jesús
quiso corresponder a Jaime y le dijo:
-Me has invitado tantas veces a comer que ahora, quiero
hacerlo yo. El domingo vendrás a comer con mi Padre. ¿Quieres?
-Yo sí, contesto Jaime, pero debo pedir permiso al maestro
-Pide permiso, le dices que te he invitado yo.
El novicio pidió permiso al maestro, contándole toda la
historia. El maestro le dijo:
-Vas y le dices al Niño Jesús que como los novicios no
podéis salir solos, yo te acompañaré.
El niño volvió a la capilla y le contó al Niño Jesús las condiciones
del maestro, Jesús le dijo:
-Bien dile a tu maestro que el domingo os espero a los dos.
El domingo siguiente, Jaime y el maestro aparecieron
muertos, con una preciosa expresión de felicidad en sus caras.
(Pintura de la Mare de Déu "del Sant Novici" o
"de la Bona Mort", procedente del desaparecido convento de Santo
Domingo de Palma. Hoy en el Museo de Mallorca).
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